A pesar de los constantes embates políticos y discursivos que viene sufriendo en importantes partes del mundo desarrollado, la globalización sigue siendo la tendencia más fuerte de la economía mundial, y difícilmente detenga su marcha. Paralelamente, las nuevas tecnologías han permitido el surgimiento de numerosos emprendimientos y nuevas compañías que, como nunca antes, tienen posibilidades de trascender fronteras.

Como consecuencia de estas dinámicas, quienes fundan y dirigen esos emprendimientos globales deben estar preparados para hacer negocios en distintos países. Saber mostrarse como un buen líder es, sin duda, una de las principales obligaciones para estos nuevos empresarios.

Surge, entonces, una pregunta: ¿Qué es ser un buen líder? El problema es que no existe una respuesta única a esa pregunta, ya que la percepción sobre el liderazgo varía en las diferentes culturas, y lo que para una puede ser una virtud, es poco importante para otra.

Según un estudio realizado por Robert J. House, de la Warthon School of Business (Pensylvania, EE.UU.), para comenzar primero fue necesario definir e indagar acerca de aquello que las diferentes culturas definen como positivas en los líderes organizacionales y sociales.

El trabajo abarcó 62 sociedades nacionales y basó sus resultados en consultas a alrededor de 17.300 mandos medios de 951 organizaciones de sectores tan diversos como la industria alimenticia, los servicios financieros y las telecomunicaciones.

Para el estudio, se definió al “líder” como una persona “excepcionalmente capacitada para motivar, influenciar o hacer posible que otros contribuyan al éxito de una organización o tarea particular”. Se presentó a los entrevistados una serie de características que puede presentar un líder, y se pidió que las clasificaran en base a qué tanto ayudaban o impedían a una persona ser un buen líder.

El Estudio definió seis tipos de liderazgo: “orientado al rendimiento”, “orientado al equipo”, “participativo”, “humano”, “autónomo” y “protector” (de sí mismo o del grupo). Esto permitió dar cuenta de cuál es el tipo de líder más valorado en cada cultura.

Mientras los países germánicos consideran que un buen líder debe ser “autónomo”, pero ejercer el liderazgo de forma participativa, en los países del Sudeste Asiático se ve con buenos ojos a los líderes “humanos” y “orientados al equipo”. Los anglosajones, por su parte, valoraron la orientación al rendimiento por sobre las demás características y nuestra región se mostró contraria a los liderazgos autónomos e individualistas.

Es importante que los líderes de las organizaciones se preparen, desarrollando su “inteligencia cultural” (la habilidad para comprender contextos culturales distintos al propio y entablar relaciones con las personas que viven en ellos) para poder comprender a sus interlocutores y, así, lograr sus objetivos.

Un ejemplo que refleja esta situación puede verse en un líder que debe ir a hacer negocios a Estados Unidos. Para ser considerado un buen líder por el potencial cliente o socio, es necesario mostrarse como una persona resolutiva, que toma decisiones rápidamente y es capaz de corregir sobre la marcha. Si la siguiente escala es en China, es necesario tener en cuenta que, en su cultura, un buen líder es quien medita las situaciones antes de tomar una resolución.

Es importante remarcar que no se trata de cambiar su forma de pensar cada vez que uno sube a un avión para hacer negocios en el extranjero, sino estar preparado y comprender la forma de actuar de los demás, y saber adaptarse a ella.

Las diferencias culturales son “fronteras” que se mantienen aún en estos tiempos globales, pero es posible aprender a atravesarlas, reconociendo y respetando las causas que las generan.

Desarrollar la Inteligencia Cultural va más allá de las posibilidades de hacer buenos negocios. Se trata de una herramienta que nos permite “abrir la mente”, generando en nosotros pensamientos y actitudes de entendimiento. En una época donde priman la desconfianza y el miedo hacia lo diferente, es importante que los líderes de todos los ámbitos interioricen valores que puedan ayudar a construir un mundo más justo y en paz.